La nueva tecnología se unió pronto a la propia experiencia norteamericana en el terreno de los platillos volantes, y la gente comenzó a verlos en todo el mundo.
A principios de siglo la patente de los hermanos Wright impidió proyectar aeroplanos de características clásicas, inclinando el trabajo de los jóvenes estadounidenses soñadores hacia curiosos aparatos. Casi todos pasaron sin pena ni gloria por el mundo aeronáutico; y digo casi todos, porque uno de estos diseños ha acompañado a la aviación desde esos tempranos años.
Chance Milton Vought no consideró que una simple patente fuese un obstáculo en su ansia por volar, así que comenzó a trabajar en las llamadas "alas circulares". En 1912 construyó con madera, tela y alambre su "avión paraguas", el primer platillo volante construido con éxito en Estados Unidos, haciéndolo volar en varias ocasiones sobre Cicero Field (Chicago), basándose en las futuristas teorías sobre alas circulares del alemán August Wilhelm Zachariae.
En los años veinte, Arup, otro enamorado de las alas circulares realizó sus primeros diseños. A mitad de los años treinta Jonathan E. Caldwell comenzó a trabajar en otras alas circulares, que fueron descubiertas en 1949 abandonadas por culpa de los apuros económicos de su constructor. El 23 de noviembre de 1942 Chance Vought hijo presentó el V-173. La marina vio sus posibilidades construyéndose una versión, el XF-5U Skimmer, con motores a reacción.
Mucho antes de que se asociara "ala circular" con "nave extraterrestre" estos aparatos se diseñaron y probaron una y otra vez. La primera mitad del siglo veinte fue especialmente proclive en platillos volantes americanos de tecnología tradicional, pero tras el fin de la guerra los revolucionarios avances científicos comenzaron a ser aplicados a una nueva serie de aeronaves, y varios sujetos las vieron en los hangares o incluso en pleno vuelo.
Entre los testigos de aquellos años destaca uno familiarizado con las alas circulares. Se trata de Thomas C. Smith, ingeniero de la empresa fundada por Chance Vought hijo, que siguiendo a su padre seguía diseñando platillos volantes, por lo que sus empleados no debían sorprenderse demasiado ante aparatos no convencionales. No obstante, en el temprano año de 1946 vio algo que le hizo pensar en la novela “La Guerra de los Mundos” de Orson Welles.
Smith relató lo sucedido en la revista Lancaster New Era, el 12 de julio de 1997, editada en Lancaster, Pensilvania. Se encontraba trabajando en un nuevo material para aviones y quiso saber en qué se estaba utilizando. Con su acreditación oficial entró en el hangar de Stratford (Conectituc) y un supervisor le condujo hasta un nuevo tipo de motor, pero pronto otra cosa situada allí cerca llamó su atención haciéndole exclamar: "¡Dios mío! ¿Qué es eso?". Ante él se encontraba un platillo volante fabricado con el material experimental. La aeronave circular estaba propulsada por dos motores a reacción, siendo capaz de despegar verticalmente de forma semejante al Flügelrad alemán. El piloto se alojaba en una cúpula acristalada que le permitía ver también hacia abajo.
Thomas C. Smith fue vicepresidente del departamento comercial de Woodstream Corp. Hamilton, por lo que su testimonio se reviste de un carácter especial, pero otras personas han afirmado lo mismo en diferentes ocasiones (sobre todo en la base de Wright Patterson) Las observaciones de alas circulares no han parado de producirse durante décadas.
Es incomprensible para la lógica que la mayoría de ellas se han visto en hangares del ejército o volando cerca de sus bases, y los ufólogos, en lugar de pensar en aeronaves simplemente humanas, han llegado a afirmar que los extraterrestres habían hecho un pacto con los militares, o que pasaban su tiempo espiando nuestras rudimentarias armas.
Son buenísimos estos textos. Ojalá se pudiera comprar el libro impreso. Intento seguirte cada vez que cuelgas una entrada. Gracias por tu trabajo.
ResponderEliminarPaco B.
Nunca lo publiqué y mis dos libros anteriores ya no se encuentran a la venta. Intentaré poco a poco subir el material al blog. Muchas gracias.
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