Los exoplanetas rocosos que orbitan algunas estrellas similares al Sol en Vía Láctea podrían ser más calientes y estar más geológicamente activos que la Tierra y sus compañeros del sistema solar, según investigadores de los EE.UU.. El equipo analizó la abundancia de elementos radiactivos como el torio, que calienta el interior de los planetas a medida que decae y por lo tanto juega un papel importante en cómo evolucionan los planetas. El equipo llegó a la conclusión de que los planetas que son más ricos en torio que la Tierra podrían ser buenos candidatos para el desarrollo de la vida; siendo blancos potenciales para su estudio por parte de astrobiólogos y cazadores de exoplanetas.
La investigación fue realizada por Cayman Unterborn y un equipo de colegas de la Universidad Estatal de Ohio, quien utilizó datos recogidos por el espectrómetro European Southern Observatory’s High Accuracy Radial Velocity Planet Searcher(HARPS) ubicado en Chile. El equipo se centró en “gemelos solares”; estrellas que se asemejan al Sol en cuanto a sus edades, tamaños y aspecto general. Al observar la abundancia de elementos radiactivos como el torio y el uranio dentro de estas estrellas, el equipo fue capaz de inferir la composición de las exoplanetas rocosos que puedan orbitarlas. En particular, los exoplanetas que orbitaran una estrella con más torio que el Sol, por ejemplo, probablemente contengan más de este elemento que los planetas de nuestro sistema solar.
De las concentraciones estudiadas en ocho gemelos solares hasta el momento, en siete se observaron niveles mucho más altos de torio que el sol.“Todo comienza con las supernovas”, explica Unterborn, quien dirigió el estudio. “Los elementos creados en una supernova determinan los materiales que están disponibles para nuevas estrellas y planetas que se formen. Los gemelos solares estudiados se encuentran dispersos por toda la galaxia, por lo que todo se forma a partir de supernovas diferentes. Lo que sucede es que había disponible más torio que cuando se formó el Sol. “
En planetas terrestres como la Tierra, la tectónica de placas se debe en parte al calor producido en el manto por la desintegración de elementos radiactivos. “El núcleo está caliente porque comenzó siendo caliente, pero el núcleo no es nuestra única fuente de calor. Algo que contribuye a ello es la lenta descomposición radiactiva de elementos que estaban aquí cuando se formó la Tierra”, explica Wendy Panero Estatal de Ohio.
En la Tierra, la mayor parte de este calor proviene del uranio. Sin embargo, el torio tiene una vida media más larga que el uranio y el potencial para producir más energía y actúa por lo tanto, como una fuente de calor superior y durante más tiempo. Planetas con mayores concentraciones de este elemento no sólo serían por tanto más calientes, sino que también seguirían así más tiempo; convirtiendo la actividad tectónica en un proceso más dinámico y con más tiempo de rodaje.
Se cree que la tectónica de placas podrían desempeñar una parte importante en el mantenimiento de la presencia de agua en la superficie de un planeta, junto con el reciclaje y la reposición de otros productos químicos necesarios para el soporte vital básico. Unterborn y su equipo, por lo tanto, creen que los planetas en torno a estos gemelos solares ricos en torio podrían tener más probabilidades de albergar vida extraterrestre que si estuvieran en la órbita solar. Por otra parte, una más larga duración de la tectónica de placas también podría significar que la vida en esos planetas tendría más tiempo para desarrollarse que aquí en la Tierra. Además, el exceso de calor del torio podría significar que la zona habitable (la variedad de órbitas planetarias en que la vida podría existir) de estos sistemas estelares podrían ser más grande que la de nuestro sistema solar. ”Si resulta que estos planetas son más cálidas de lo que se pensaba, entonces puede efectivamente aumentar el tamaño de la zona habitable alrededor de estas estrellas”, dice Unterborn.
“En toda la galaxia, tiene sentido la variación natural que existe en la cantidad de elementos radiactivos dentro de estrellas como la nuestra”, comenta Kathleen Campbell de la Universidad de Auckland, Nueva Zelanda. “Es emocionante pensar que a distancia se puede estimar el tamaño de la zona de habitabilidad de un sistema solar, con la implicación de que podría haber más oportunidades de generarse vida entre su conjunto de planetas rocosos interiores terrestres”. Pero también señala que lo que está claro a partir de este estudio, sin embargo, “es que una vida más larga de la tectónica de placas necesariamente daría más tiempo para que surgiera la vida, ya que se comenzó muy temprano en la historia de la Tierra. Una clave parece ser la presencia de agua, en forma líquida o sólida “.
“En este momento, lo único que podemos decir con certeza es que hay alguna variación natural en la cantidad de elementos radiactivos dentro de las estrellas, como el Sol”, advierte Unterborn, pues los resultados están en la etapa preliminar. “Con sólo nueve muestras, incluyendo el Sol, no se puede decir mucho acerca de la magnitud de esta variación a lo largo de la galaxia.” Para Unterborn, quien presentó estos resultados en la reunión de la semana pasada de la Unión Geofísica Americana en San Francisco, la investigación continúa. Desarrollos planeados incluyen un nuevo análisis de los datos de HARPS para mejorar la exactitud de los modelos informáticos utilizados en este estudio, así como la búsqueda de más gemelos solares para continuar con la comparación.
Autor: Ian Randall
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