El avión no tripulado de la Fuerza Aérea de EU, Predator, cayó del cielo, se estrelló en un terreno montañoso cerca de la frontera entre Irak y Turquía. Para las guerrillas kurdas fue un regalo inesperado de los dioses de la propaganda.
Los combatientes del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) filmaron los restos carbonizados el 18 de septiembre y publicaron un video en YouTube. Un narrador se jactó de manera poco convincente de que el grupo había derribado el avión no tripulado. Para cualquiera que pudiera dudar que el robot volador no era americano, el video hace un acercamiento a las partes mutiladas que llevan la marca del fabricante, General Atomics, con sede en San Diego.
Por un breve momento, el choque levantó el telón sobre la operación Shadow Nomad, un programa secreto de vigilancia militar de EU. Desde el 2011, la Fuerza Aérea de EU ha volado aviones desarmados desde la Base Aérea Incirlik, en Turquía, en un intento de suprimir un viejo conflicto regional. Los Predators, equipados con cámaras, vuelan encima de la montañosa frontera con Irak y envían imágenes de alta resolución a las Fuerzas Armadas turcas, ayudándolas a perseguir a los rebeldes del PKK.
Al tiempo que la administración de Obama reduce el número de ataques con aviones no tripulados en Afganistán, Pakistán y Yemen, los militares estadounidenses mueven su enorme flota de aviones no tripulados a otros puntos de conflicto en todo el mundo. Esta nueva fase de la guerra drone se centra más en el espionaje que en el asesinato y ampliará las sólidas redes de vigilancia del Pentágono mucho más allá de las zonas de combate.
Durante la última década, el Pentágono ha acumulado más de 400 Predators, Reapers, Hunters, Gray Eagles y otros drones que han revolucionado las operaciones de contraterrorismo. Muchos de ellos se replegarán de las zonas de conflicto a fronteras, donde espiarán a grupos armados, narcotraficantes, piratas y otros objetivos que preocupan a las autoridades estadounidenses.
En América del Sur y Centroamérica, los comandantes militares de Estados Unidos han suspirado siempre por tener aviones no tripulados en las operaciones antinarcóticos.
Un posible destino para más aviones no tripulados estadounidenses es Colombia.
El año pasado, las Fuerzas Armadas colombianas mataron a 32 narcoterroristas de alto valor después de que los militares de Estados Unidos ayudaron a identificar el paradero de los objetivos con aviones tripulados de vigilancia y otros equipos, según José Ruiz, portavoz del Comando Sur.
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