Los efectos visuales producidos por las auroras boreales han estado ligados desde la antigüedad a numerosas historias y leyendas. Algunas apuntaban al incierto movimiento de deidades, otras a la energía de Gaia (la Tierra viva), y otros rumores apuntaban a que las auroras boreales estaban acompañadas de un extraño sonido que recordaba a murmullos, crujidos y crepitaciones, inspirando historias fantasmagóricas.
Pero un estudio elaborado por la Universidad de Aalto de Finlandia apuntó que esta última posibilidad no se trata de una leyenda popular, sino que tiene su fundamento científico. Y es que a 70 metros por encima de nivel del suelo, los movimientos de las auroras provocan una serie de ruidos que fueron captados por varios micrófonos empleados en la investigación.
Estos sonidos presentaban un patrón correspondiente a las perturbaciones geomagnéticas captadas por el Instituto Meteorológico Finlandés. A pesar de que las auroras boreales se encuentren lejos de la superficie terrestre, el sonido se crea mucho más cerca, lo suficiente como para ser escuchado por el oído humano.
El origen de estos sonidos podría estar en las partículas energéticas procedentes del Sol, aunque los investigadores no pudieron determinar a ciencia cierta el modo en el que se crea este ruido. Algunos testimonios recogidos entre la población acostumbrada a observar este tipo de fenómenos definieron estos sonidos de las autoras boreales como crujidos o pequeñas explosiones sordas. Otros apuntaron a que podría ser más parecido a un chisporroteo.
Ante esta circunstancia, los investigadores apuntaron a que el sonido de las auroras boreales puede deberse a diferentes fenómenos, y que el ruido captado por sus micrófonos puede deberse tan sólo a uno de ellos.
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