domingo, 14 de julio de 2013

El drone que aterrizó en un portaaviones asombra porque "piensa"

Por primera vez un prototipo toca tierra de manera automática sin necesidad de estar controlado de manera remota por un humano.

A la 1.40 de la tarde del miércoles día 10, la Armada de Estados Unidos entró en la historia de la aviación al conseguir que un avión no tripulado aterrizara de manera autónoma en un portaaviones, en medio del mar. Es la primera vez que un drone, controlado únicamente por algoritmos matemáticos y sin estar dirigido de manera remota por un ser humano, toma tierra en la cubierta de un barco.

“No tuvimos a nadie pilotando el aparato desde la lejanía. Usamos pautas automáticas y algoritmos”, explicó el contraalmirante Mat Winter tras el aterrizaje. Winter es el director de un proyecto de 1.400 millones de dólares que se ha desarrollado durante los últimos ocho años y que ha culminado este martes con el aterrizaje en el portaaviones George H. W. Bush, frente a la costa de Virginia, del modelo X-47B, tras despegar desde la base aéreo-naval de Patuxent en Maryland y desplazarse durante casi 170 kilómetros escoltado por dos F-18 de la Armada.


Lo que ha convertido esta operación en un hito para la aviación es el hecho de que el drone utilizado, el X-47B, es un aparato que, a diferencia de otros aviones no tripulados empleados por la CIA, como los modelos de Predator o Reaper, que están controlados de manera remota por seres humanos, esta aeronave ha aterrizado de forma completamente automática. Otra de las complicaciones que han elevado la importancia del suceso es la dificultad del aterrizaje, en una plataforma de dimensiones tan limitadas como la base de un portaaviones. “Lo que acaban de ver es la próxima generación de la aviación naval y las extraordinarias posibilidades que nos puede brindar”, comentó a la prensa presente en el portaaviones el secretario de la Armada, Ray Mabus.

El X-47B está llamado a ser no sólo el drone que abrirá una nueva era en la tripulación automática, sino el aparato que transforme la aviación naval, convirtiendo los portaaviones en bases más versátiles y potencialmente más letales. Tras el aterrizaje de este miércoles, se ha constatado que los aviones no tripulados en un futuro estarán mucho más automatizados -operarán casi como robots- y no dependerán exclusivamente del manejo que realice una persona a miles de kilómetros de distancia de donde esté sobrevolando la aeronave. No obstante, Winter ha defendido la importancia del factor humano. “Los seres humanos siguen siendo un factor esencial de esta dinámica”, ha reconocido.

El aterrizaje de ese miércoles, con todo, es sólo una prueba experimental más. El X-47B es tan sólo un prototipo, con una réplica similar, fabricado por Northrup Grumman, que pronto se retirará y podrán ser admirada en algún museo aeronáutico. No obstante, la Armada espera que la próxima generación de drones, en absoluto tripulados por seres humos, esté operativa en 2019. “No siempre es posible tener la oportunidad de contemplar el futuro, pero eso es lo que hemos visto hoy”, ha recalcado Mabus. Cada vez queda menos para que ese futuro se haga realidad.



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