Siempre se afirma que los científicos no muestran interés por los platillos, no es este el caso.
En 1959 Adamski fue recibido en Holanda por la reina Juliana y su marido el príncipe Bernardo, acompañados de un comité de prestigiosos científicos y militares. El príncipe se resistió pero la reina se había leído dos libros de Adamski y deseaba hablar con él. Aquella ocasión fue el no va más. Ante el contactado se sentaron el profesor Roig de la Universidad de Ámsterdam, el general Schafer jefe del Estado Mayor del Aire, el doctor Jongbloed, médico del espacio, y el señor Kloff, presidente de la Real Asociación Holandesa de Aviación.
Adamski entró muy seguro, se iba a entrevistar con unos reyes, al ver a los cuatro sabios sus ojos se apagaron. El príncipe Bernardo había cedido a los deseos de su esposa a cambio de una concesión, se le probaría ante un interrogatorio de los expertos. El empresario que manejaba la agenda de Adamski no le advirtió o no sabía nada de la presencia de los sabios. Tras hora y media de entrevista la reina se levantó diciéndole desilusionada: “Usted, señor Adamski, tendrá sin duda muchas cosas que hacer, y no quisiera que llegara tarde por nosotros”.
La reunión transcurrió con toda la corrección del mundo, los sabios no se rieron pese a las afirmaciones y descripciones técnicas del amigo de los venusianos. Los platillos eran como el Explorer pero no explotaban, volaban gracias a sus dos envolturas magnéticas, ambos campos se anulaban y el ingenio podía salir libremente, ya que era neutro. Adamski había curado a sus amigos de enfermedades recomendándoles que no viajaran. El lado oculto de la Luna estaba habitado por hombres, sus grandes fábricas producían la atmósfera. El príncipe escuchaba estoico, pese a que algunas historias de Adamski le hicieron cerrar imperceptiblemente los puños. Unos 1.500 terráqueos vivían en Venus, muchos se habían beneficiado de los billetes de favor, de tarifa reducida, de la SNTV (Sociedad Nacional de Transportes Venusianos).1
Pocos o ufólogos nombran hoy a Adamski, el que en su día fue tomado muy en serio constituyendo una sólida prueba de la existencia de extraterrestres, los que lo hacen dejan olvidadas muchas de sus afirmaciones. No es que con el tiempo hayan quedado obsoletas, en su época eran también disparates. Uno se solidariza con el príncipe que cerró los puños en esta historia olvidada de la ufología.
Francisco Máñez
1 Imperio, 06-06-1959.
ABC, 06-06-1959.
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