Pesa apenas 2 kilos y se lanza como un avión de papel, pero el avión no tripulado de reconocimiento 'Raven' -cuervo en inglés- es una pieza de alta tecnología que la Brigada Paracaidista usa para reconocer el terreno desde 700 metros de altura.
El sargento primero Muñoz envía el avión -UAV, en sus siglas inglesas- a hacer su trabajo practicamente a diario. Él es el jefe del equipo 'Raven' en Ricketts, pero las tropas españolas tienen otros tres aparatos en Afganistán.
«Reconoce las rutas que van a seguir nuestros convoyes y las cotas que las dominana», explica Muñoz. Junto a él, el operador de vuelo no despega los ojos de la pantalla que le muestra lo que el cuervo ve.
Un tirador y un conductor completan el equipo, que puede enorgullecerse de haber identificado alguna que otra amenaza: «Hemos visto a veces cómo los coches de la población evitaban usar una determinada vía, lo que nos ha hecho sospechar de que ahí había un explosivo esperándonos», cuenta Muñoz.
A la vuelta -el aparato tiene unos noventa minutos de autonomía- hace aterrizar al 'cuervo' en la explanada del puesto avanzado, cargan baterías y se preparan para volver a ser los ojos de la Bripac sobre el terreno.
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