El drone norteamericano X-51A Waverider es el primero de la historia en alcanzar una velocidad de 6.300 kilómetros por hora (Mach 5.1) movido por un hidrocarburo, lo que le convierte en un sistema logísticamente viable. La prueba, realizada la semana pasada sobre el Océano Pacífico, ha sido “un éxito completo”, en palabras del director del programa de este vehículo aéreo no tripulado (UAV) que desarrolla la Dirección del Laboratorio de Investigación de Sistemas Aeroespaciales de la Fuerza Aérea de Estados Unidos. Con este aparato se pone la base de la investigación en vuelos supersónico para, en última instancia, ponerlo en práctica en futuras aeronaves, principalmente militares.
El avión completó más de 425 kilómetros en poco más de seis minutos, lo que supone el trayecto más largo recorrido en las cuatro pruebas de vuelo que ha realizado hasta el momento. Previamente había despegado del Centro de Pruebas Edwards de la Fuerza Aérea, en California, bajo el ala de un bombardero B-52H Stratofortres. Minutos después fue soltado desde una altura de 50.000 pies (más de 15 kilómetros) y aceleró hasta Mach 4.8 (más de 5.900 kilómetros por hora) en alrededor de 26 segundos gracias a la propulsión de un cohete de combustible sólido.
Seguidamente, tras desprenderse del cohete, se encendió su estatorreactor de combustión supersónica (denominado scramjet) hasta alcanzar Mach 5.1 a 60.000 pies de altura (cerca de 10.000 metros). Tras agotar los 240 segundos de combustible que cargaba, el drone continuó enviando datos telemétricos hasta que se estrelló en el mar, tal y como estaba previsto.
En total se recogieron datos durante 370 segundos que se emplearán para el desarrollo de los futuros vuelos supersónicos, sobre todo en el ámbito militar, donde estas velocidades aportarán una ventaja significativa en futuros sistemas aéreos.
Se trata del último de los cuatro vehículos de prueba construidos en este programa iniciado en 2004 y en el que se han invertido 300 millones de dólares (230 millones de euros).
Lo que convierte al X-51A en un desarrollo único es la utilización de un combustible de hidrocarburo para mover su estatorreactor, y no hidrógeno, como han empleado otros vehículos que también han logrado alcanzar velocidades supersónicas, como se considera generalmente a aquellas superiores a Mach 5. El uso de hidrocarburo, un combustible logísticamente soportable, es considerado como una premisa vital para la aplicación práctica del vuelo supersónico.
El hidrocarburo empleado por este avión se inyecta en la cámara de combustión del estatorreactor donde se mezcla con el aire que atraviesa la cámara y se enciende en un proceso que la Fuerza Aérea compara con el encendido de un fósforo en medio de un huracán.
En el desarrollo del X-51A están implicadas la empresa aeronáutica Boeing, la constructora de cohetes Pratt and Whitney Rocketdyne, la NASA y la Agencia de Investigación de Proyectos Avanzados de Defensa de Estados Unidos (DARPA, por sus siglas en inglés).
Para Darryl Davis, presidente de Boeing Phantom Works, la principal división de investigación y desarrollo de la compañía Boeing, “esta prueba demuestra que la tecnología ha madurado hasta el punto de abrir la puerta a aplicaciones prácticas como los sistemas de defensa avanzado y el acceso al espacio con menores costes”.
El proyecto X-51A no cuenta con un programa sucesor inmediato, aunque la Fuerza Aérea continuará investigando los vuelos supersónicos.
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