martes, 4 de septiembre de 2012

Los militares que nos hicieron creer en extraterrestres

Diseños de Alexander Lippisch
Tras terminar la guerra Henry Arnold, comandante de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos, declaró que la nueva aviación sería "diferente de cuanto se ha visto en el mundo". No era para menos. El material capturado a Alemania había sorprendido a los aliados.

A la Unión Soviética, desde luego, se le ocultaba todo, pero no se le podía engañar con el tema de los OVNIS (y viceversa). Sin embargo, sí se podía negar a Europa que se estaba usando, sin su licencia, una tecnología que pertenecía a sus empresas, o más todavía, esconder su verdadero origen, haciéndolo pasar como propio.

El sistema de ocultación funcionó a la perfección. Existen numerosos relatos de técnicos que por casualidad vieron los nuevos aparatos. Tal era la diferencia en su construcción con los tradicionales, que algunos pensaron de verdad que eran aeronaves procedentes de otro mundo.

Grupos enteros de científicos, bajo el uniforme militar, viajaron por Europa "requisando" equipos técnicos, aparatos, documentos y cualquier cosa que encontraban. El desarrollo atómico alemán era una de las cuestiones prioritarias, pues los aliados sabían perfectamente que habían estado muy cerca de sufrir un ataque nuclear.

Horten 229
En 1945 el general Marshall todavía reconoció la existencia de este peligro, pero la cortina del silencio se extendió muy pronto sobre el tema nuclear. Se intentó hacer desaparecer de la historia cualquier posible referencia a las aeronaves alemanas, y a los submarinos, con capacidad para portar bombas atómicas. De nuevo, el tema extraterrestre resultó idóneo para confundir a las personas que pudieran ver los planos de las aeronaves, sus restos en los hangares o el equipo técnico en los laboratorios. Pero, también, se utilizó el esoterismo para realizar el encubrimiento.

Jacques Bergier, en su mundialmente famoso libro “El retorno de los brujos”, escrito junto con Louis Pauwels, nos hizo creer en todo un mundo esotérico, mezclando verdades con exageraciones. Pero Bergier también fue uno de los científicos encargados de buscar los secretos atómicos alemanes nada más terminar la guerra, y en su obra intentó ocultar el avance científico alemán en física atómica.

El 17 de julio de 1940 los alemanes nombraron por primera vez el plutonio, aunque claro, no lo llamaron así, simplemente era el elemento 94 de la tabla. El mérito del descubrimiento se suele otorgar un año más tarde al estadounidense Glen T. Seaborg. Sabiendo perfectamente que el plutonio era un descubrimiento alemán, Bergier introdujo la idea de que ya se conocía en Europa en 1937, pero en manos del alquimista Fulcanelli. Casi consiguió con ello que los historiadores, al leer la palabra “alquimia”, pensaran que la existencia del plutonio en la Europa de los cuarenta era sólo un rumor de los esoteristas. Únicamente cometió un fallo. El nuevo elemento no fue bautizado con su nombre hasta 1942, y Bergier afirmaba que su informador lo había llamado plutonio cinco años antes.

En “El retorno de los brujos” sus autores Louis Pauwels y Jacques Bergier, sin referirse exclusivamente a los OVNIs, hicieron revivir cuestiones olvidadas por un público ya cansado de los temas esotéricos. Sigilosamente se introdujeron ideas ficticias que despistaron a los investigadores durante años.
Naturalmente, Bergier no es el único sospechoso de haber intoxicado las investigaciones. Entre los propios ufológos algunas figuras principales nunca dejaron de ser sospechosas El ejemplo más llamativo en ufología es J. Allen Hynek. Este antiguo asesor militar, pasó del bando del ejército al de los ufólogos sin levantar ningún recelo. Hynek investigó multitud de casos. Algunos eran aeronaves fácilmente reconocibles, sobre todo para un antiguo asesor de las fuerzas aéreas, pero durante años silenció el origen de los objetos voladores, pues sabía perfectamente que no eran extraterrestres.

El 21 de abril de 1967, Cliff Crowder, tras terminar por la noche su trabajo en la oficina, se dirigió a su casa de South Hill, Virginia. En medio de la carretera descubrió una extraña nave que le obligo a frenar de golpe. Parecía un depósito metálico que descansaba sobre un raro conjunto de patas. Según sus propias palabras: “Tenía un brillante aspecto metálico, algo así como aluminio... De repente hubo una llamarada blanca, el objeto despegó del suelo y subió recto hacia arriba como una bala”.

J. Allen Hynek se interesó por el caso y envió a su colaborador Williams T. Powers. El testigo describió a la perfección un CP-400 P-2, desarrollado por Helmut von Zborowski, pero existía un problema. El ingeniero alemán había diseñado este aparato en Francia en 1957. ¿Qué hacía esta aeronave diez años después, en un pequeño pueblo de Estados Unidos?. Powers se encargó de hacer creer a los vecinos de South Hill que allí había aterrizado una nave extraterrestre. De todos modos, el caso es una muestra de la fiabilidad de las descripciones de muchos testigos, pese a producirse una interpretación errónea, al estar influenciada por la moda extraterrestre.

El OVNI de South Hill era fácilmente identificable, pero una aeronave que oficialmente no existía había sido vista en un lugar donde no debía haber estado. Williams T. Powers, enviado por J. Allen Hynek, convenció a los vecinos de que habían visto una nave extraterrestre.
Como ufólogo, Hynek, potenció la creencia en alienígenas, aunque al acercarse su muerte cambió de opinión: "Existen demasiados informes sobre avistamientos OVNI. Si todos ellos correspondieran a vehículos extraterrestres, resultaría que estamos siendo continuamente visitados por los extraterrestres (...). Los OVNIS muestran un comportamiento tan extraño, que difícilmente se puede suponer que se trata de una maniobra extraterrestre". Estas palabras de Hynek hicieron que muchos ufólogos dudaran de su razonamiento científico y de su honestidad investigadora. Los OVNIS debían ser extraterrestres.

De forma paralela se incentivó artificialmente las publicaciones sobre OVNIS, haciendo pasar la tecnología humana por alienígena. Lord Desmond Leslie, primo lejano de Churchill y apodado "el irlandés volante", fue un héroe de guerra a los mandos de su caza. En 1952 recibió una carta de Clara John, editora de la revista The Little Listening Post, esposa del político Walton C. John y amiga de Townsend Brown. En ella le hablaba del contacto de George Adamski con extraterrestres, ocurrido el 20 de noviembre de ese año. Desde entonces se dedicó a expandir la idea de que los habitantes de Venus habían venido a este mundo para salvarnos del peligro atómico. En 1953 fue el coautor, junto con Adamski, del libro más popular de la ufología en esa época: “Los platillos volantes han aterrizado”.

Al año siguiente de la edición del libro, la esposa de Leslie, la famosa actriz Agnes Bermelle, dio todavía más publicidad en el Reino Unido a los venusianos, al comenzar a realizar declaraciones en revistas y periódicos muy populares como el Weekend Mail o el Daily Mail.

El libro “Los platillos volantes han aterrizado” aumentó considerablemente sus ventas, gracias a la publicidad realizada por la mujer de Desmond Leslie.
En esta vieja historia de los OVNIS de Adamski y las naves antigravedad de Brown, siempre rodeada por militares, no es difícil ver una conspiración. Una mujer, Clara John, conocedora de las naves diseñadas por Brown, promociona la idea de su origen extraterrestre, gracias a Adamski y Leslie, mientras, su amigo y creador, las propone a la marina. Hay por medio un poderoso almirante, Radford, que, además, ha sido asociado a los OVNIS con el tema de Majestic-12 (un supuesto complot para ocultar la existencia de alienígenas) Una empresa estadounidense comprando una empresa francesa en el momento adecuado.

Un antiguo mayor de la marina, Keyhoe, vuelve a paralizar el trabajo de Brown, y sigue fomentando la creencia de que los platillos vienen de otros mundos. ¿Se trata de una gran maniobra para ocultar raras aeronaves secretas? ¿Es todo fruto de la casualidad? ¿Eran Adamski y Leslie "agentes" del gobierno o simples oportunistas?.

Admitamos la hipótesis que admitamos una cosa es segura: los OVNIS de Adamski son humanos, pues Brown los diseñó antes de que llegaran de Venus. Sea una ocultación del gobierno o un grupo de gente que consiguió dinero fácil, lo cierto es que nos hicieron creer en extraterrestres.
Admitamos la hipótesis que admitamos una cosa es segura: los OVNIS de Adamski son humanos. Sea una ocultación del gobierno o un grupo de gente que consiguió dinero fácil, lo cierto es que nos hicieron creer en extraterrestres. Brown los diseñó antes de que llegaran de Venus.

Introducir a la persona adecuada en un colectivo para que influya sobre él, se da en diferentes niveles de la sociedad. ¿Alguien puede pensar que no se ha hecho nunca en ufología? Muchos de ellos nos hicieron creer en extraterrestres. Al principio por ocultar el origen de la tecnología y mantener los secretos de la guerra fría, pero como todo en esta vida no sólo existe un origen para esta fe.

Los bibliógrafos reconocen que el primer libro de Keyhoe, “Los platillos volantes son verdaderos” (1950), supuso un cambio en las aficiones de los lectores. Más tarde aparecería “Platillos volantes del espacio exterior” (1953). Junto con Frank Scully, autor del trabajo “Detrás de los platillos volantes” presentado en dos libros (1950 y 1951), y el primero en escribir sobre el incidente de Roswell, influyó decisivamente para fomentar las visitas de alienígenas.
Al carro de la moda extraterrestre se quisieron subir muchos sólo por el afán del protagonismo. Aquel que veía un OVNI tomaba cierta fama social, e incluso llegaba a ganar algún dinero con sus fotos. Comenzaron a aparecer fraudes que durante años fueron tomados por casos auténticos. Existían tantas fotografías OVNI que nuestro planeta, tal y como opinaba Hynek, parecía ser el centro de visitas número uno del universo. Los grupos ufológicos se esforzaron por descubrir las falsas, pero el trabajo resultaba tan inmenso como imposible, y el público admitía cualquier imagen.

En 1962, Alex Brich de 14 años, fotografió en el Reino Unido cinco OVNIS. Apareció en radio y televisión, fue entrevistado por el Ministerio del Aire, y contó su caso en la asamblea de la Asociación Británica para la Investigación OVNI. Diez años después confesó que sólo eran formas pintadas en un cristal.

En 1965, durante una oleada de "cigarros puros" en Warminster (Inglaterra), el joven Gordon Faulkner obtuvo otra foto OVNI histórica. Los vecinos estaban tan preocupados por los sucesos, que incluso el alcalde hizo una reunión con ellos para tomar medidas. Gordon fue el centro de atención durante esa época. Tras su muerte y treinta años después su cómplice Roger Hodton confesó: Eran dos botones.

Alex Brich el día que explicó cómo había falsificado su famosa fotografía de OVNIS.

Los militares recibían peticiones de todo tipo por parte de los ufólogos. Unas no podían contestar por ser trabajos secretos, otras eran incontestables. ¿Tenían, por ejemplo, explicación aeronáutica los casos de Brich y Faulkner? ¿Qué podían decir de los fenómenos naturales electromagnéticos?. Pero ellos también alentaban la idea extraterrestre cuando les convenía. Así, ante hechos incómodos bastaba una insinuación y se transformaba en un caso que las revistas divulgaban enseguida.

El 12 de abril de 1968 moría en un accidente de aviación el cosmonauta ruso Yuri Gagarin a los 34 años de edad. El héroe nacional soviético volaba con su instructor en un viejo MIG-15 de entrenamiento. El gobierno no podía admitir que su muerte se debía al vetusto aparato, las deficiencias técnicas y una serie de errores humanos. En 1968 y en la URSS todo debía ser perfecto. Uno de los rumores que se hicieron correr fue que Gagarin, el primer hombre que oficialmente viajó al espacio, había topado con un OVNI.

Al realizar el fraude de Warminster, Gordon Faulkner consiguió que durante una oleada de “cigarros puros” la gente comenzara a hablar también de platillos volantes. Como en otros muchos casos, se produjo una mezcla de verdad con mentira que consiguió confundir a los ufólogos durante muchos años. Tras más de tres décadas su socio, Roger Hodton, confesó el engaño ante la televisión.

¿Por qué creemos en los extraterrestres? Mejor dicho: ¿Por qué creemos que los extraterrestres nos visitan? Pues porque nos lo han hecho creer. Secretos militares, patentes inconfesables, ufólogos y testigos con ganas de notoriedad y negocios montados entorno a los OVNIS son las causas principales. Creer simplemente que existen es algo que hacemos muchos de nosotros, quizá desde la época de los griegos, lo malo es que no hemos encontrado pruebas de que ninguna raza alienígena haya llegado a la Tierra. Como tantas cosas humanas, es una pena que al final los OVNIS sean una cuestión económica. El dinero mueve montañas.

4 comentarios:

  1. Hola desde Torrente (Valencia). Excelente artículo. Un beso.

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias! Igualmente desde Moncada :)

    ResponderEliminar
  3. Yo opino, que este informe o bien es para desvirtuar la realidad extraterrestre o amigo, vives en una cueva, que hay algo de lo que tu mencionas es sierto, pero se claro con tus palabras, di "Yo no creo en los extraterrestres", entonces yo podre calificarte de miope o conplice del ocultamiento sistematico, por suerte la realidad extraterrestre por estos dias desborda por todos lados, yo como muchos los hemos visto, no insultes mi inteligencia, podras confundir a los mediocres, pero a los que emos vivido experiencias con estos magnificos seres, no, dime no temes hacer el rudiculo con tanta negacion...

    ResponderEliminar
  4. Pues no temo hacer el ridículo ¿Me das una prueba de tus palabras?

    ResponderEliminar