sábado, 23 de marzo de 2013

Estados Unidos se prepara para el inminente boom de los drones comerciales


Estados Unidos se prepara para la explosión del uso de sistemas aéreos no tripulados (UAS) en sus cielos. Acualmente ya se venden en el país cada trimestre el mismo número de estas aeronaves que las que tienen sus Fuerzas Armadas: cerca de 7.500. El abaratamiento de la electrónica y de los equipos de comunicaciones está permitiendo la conversión de aficionados a los aviones guiados por radiocontrol en operadores de sofisticadas plataformas de vigilancia. La Administración Federal de Aviación (FAA), que es el organismo encargado de ordenar el tráfico aéreo estadounidense, ya ha recibido el encargo del Congreso de encontrar el modo de integrar estos sistemas en el espacio aéreo comercial en el año 2015.

The New York Times ha publicado un reportaje sobre este asunto en el que revela que en la Universidad de Dakota del Norte ya se ha creado el primer programa de grado en aviación no tripulada. Se trata solo, según el diario, de uno de los muchos escenarios académicos que ya se están preparando, junto con empresas y particulares, para un mundo en el que el vuelo de audaces y baratos aviones por control remoto será omnipresente en el espacio aéreo civil. Las nuevas aeronaves se emplearan en la busca de multitud de cosas, desde delincuentes hasta enjambrs de langostas que pongan en peligro los cultivos.

“El cielo se va a oscurecer con estas cosas”, explica el responsable de la compañía comercializadora de estos sistemas 3D Robotics, Chris Anderson. Según explica, actualmente ya se venden casi 7.500 de estos aparatos al trimestre, el mismo número que los que tienen las Fuerzas Armadas de Estados Unidos en total.

Ante tales expectativas también crecen los temores de muchos que creen que con tanto sistema vigilante la intimidad de los ciudadanos peligra. El miércoles un comité del Senado norteamericano celebró una sesión sobre este asunto. Senadores, como el demócrata Patrick Leahy, advierten sobre ello. “Esta rápida tecnología emergente es barata y podría suponer una significativa amenaza a la privacidad y las libertades civiles de millones de americanos”, explica.

Alarmas de este tipo ha llevado a que algunas autoridades municipales e incluso estatales hayan comenzado a prohibir el uso de drones en lugares donde, de hecho, aún no operan. La respuesta desde las filas de los defensores de los UAS es que medidas de este tipo desalientan el progreso tecnológico. Además, recuerdan, estos desarrollos no sólo se aplican a la búsqueda de personas, sino que sirven para detectar plagas en la agricultura; inspeccionar tuberías y líneas de alta tensión –lo que actualmente resulta muy peligroso desde helicópteros–; controlar incendios, y observar accidentes automovilísticos, entre muchos otros.

Una persona controlará seis aviones a la vez

En la información de The New York Times se apunta que una persona podría controlar hasta seis vehículos aéreos no tripulados (UAV) a la vez operando sobre un incendio, por ejemplo. El ahorro de dinero consiguiente es fácil de imaginar.

El reto en este punto es evitar las colisiones en vuelo de unos aparatos controlados por un operador que no puede ver el resto del tráfico aéreo. Ese el trabajo que está haciendo la FAA y que deberá concluir adoptando un sistema que garantice la seguridad de un espacio aéreo comercial que deberá ser compartido con este tipo de aeronaves en 2015.

De momento, el progreso de la electrónica ya está permitiendo el rápido desarrollo de estos sistemas. Chris Anderson, de 3D Robotics, pone un ejemplo muy gráfico: apunta que todos los componentes de un avión no tripulado –un procesador rápido, una buena batería, un receptor GPS y sensores microelectromecánicos– están presentes en un iPhone.

Aunque EE UU va por delante en la integración de UAS en sus cielos, en el otro lado del Atlántico también se está trabajando en ello. La Unión Europea se ha marcado 2016, como el año en el que los UAS de gran tamaño comenzarán a utilizar su espacio aéreo civil. Será, por tanto, un año después de que en los cielos de Estados Unidos las aeronaves comerciales tripuladas o no compartan un mismo espacio.

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