miércoles, 23 de octubre de 2013

Otro satélite caerá en fecha sin determinar

Desde el pasado 17 de octubre el nivel de combustible del satélite GOCE de la Agencia Espacial Europea estaba por debajo del mínimo que garantizaba el funcionamiento de su motor eléctrico, que por fin se paró el día 21, con lo que la ESA ha declarado el fin de la misión.


A partir de ahora el satélite comenzará a perder altitud y en cuestión de dos o tres semanas resultará destruido en la atmósfera.

La ESA no puede precisar más la fecha debido a que ahora depende fundamentalmente del nivel de actividad solar, ya que cuanto mayor sea esta, más rozamiento habrá contra la atmósfera y antes caerá el satélite.

Pero cuando por fin esto ocurra, GOCE habrá cumplido con creces su misión, pues cuando fue lanzado el 17 de marzo de 2009 el objetivo inicial era que funcionara durante 20 meses y lleva haciéndolo 55.

Midiendo Tierra y mar

GOCE, de Gravity Field and Steady-State Ocean Circulation Explorer, el Explorador del Campo Gravitacional y de la Circulación Oceánica, tenía como objetivos crear un mapa extremadamente detallado del campo gravitatorio terrestre y medir con mucha precisión el nivel medio del mar, para permitirnos entender mejor el funcionamiento de las corrientes marinas y su influencia en el clima.

Para ello lleva a bordo tres pares de acelerómetros extremadamente sensibles que, unidos a un receptor GPS también muy preciso y a un reflector láser permiten calcular su posición en cada momento y así medir las desviaciones que produce la gravedad terrestre, que no es igual en todas partes, sobre ella.

Pero obtener las mediciones con la precisión deseada exigía trabajar en una órbita inusualmente baja, por lo que GOCE comenzó su misión a 255 kilómetros de altitud.

A esa altura aún hay suficientes trazas de atmósfera como para que el rozamiento con esta sea un factor importante a tener en cuenta, y por ello, a diferencia de prácticamente cualquier otro satélite de la historia, GOCE está dotado de aletas y tiene una forma bastante aerodinámica.

Pero eso no es suficiente y por eso dependía también tanto del funcionamiento de su motor para mantenerse en órbita, y más ahora, pues en el último año de misión su órbita se ha bajado hasta los 224 kilómetros actuales.

Aparte de medir la forma de la Tierra con una precisión de entre 1 y 2 centímetros y de la discontinuidad de Mohorovicic, donde la corteza de la Tierra se separa del manto, GOCE ha obtenido también datos muy precisos acerca de la circulación oceánica, del cambio de nivel de los océanos y de los movimientos de las capas de hielo; también ha medido la densidad del aire y del viento en el espacio.

Todo esto nos permite, por ejemplo, avanzar en nuestro conocimiento de las estructuras internas de nuestro planeta y de cómo se distribuyen las fuerzas que afectan a la tectónica de placas, y de cómo los océanos transportan enormes cantidades de calor de un lado a otro, lo que tiene una enorme influencia en el clima, entre otras cosas en el cambio de estaciones.

Entrada descontrolada

Al no poder contar ya con su motor, GOCE hará una reentrada descontrolada en la atmósfera, y se estima que hasta un 25% de su masa de una tonelada podría alcanzar la superficie de la Tierra.

Será cuando la órbita empiece a decaer cuando se puedan hacer mejores estimaciones de la zona de impacto, que se calcula que medirá unos 900 kilómetros de longitud, y que probablemente estará situada sobre el mar dado que este cubre la mayor parte de la superficie de la Tierra.

Pero aún durante esta fase de su misión, GOCE cumplirá un último cometido, ya que el Comité Inter-Agencias para Coordinación sobre Basura Espacial estudiará con especial atención la reentrada de GOCE para obtener datos acerca de cómo un satélite construido con materiales modernos hace su reentrada.

El primero de seis

GOCE fue la primera de las seis misiones que por ahora componen la serie Earth Explorers, Exploradores de la Tierra, de la ESA en ser lanzada; ahora mismo están también en órbita el SMOS, que mide el nivel de humedad del suelo y la salinidad de los mares, y el CryoSat, que mide las variaciones en extesión y grosor de las capas de hielo polares.

Está a punto de ser lanzada la misión Swarm, para medir el campo magnético terrestre, para 2014 se prevé el lanzamiento del ADM-Aeolus, que será capaz de medir el viento a nivel global, y para 2016 el EarthCARE que medirá nubes, aerosoles y radiación.

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