Igualmente antiguas estrategias militares, o sucesos protagonizados por los servicios secretos, permanecen ocultas pese al tiempo transcurrido. Los OVNIS, junto a otros temas esotéricos, han servido para disimular hechos históricos incómodos.
Han pasado muchos años desde el desembarco de Normandia, pero todavía desconocemos qué ocurrió verdaderamente en la batalla bautizada por el mariscal Rommel con el nombre de “el día más largo”. Al repasar los acontecimientos de aquella época, es factible pensar que los alemanes hubieran detenido a las tropas aliadas en las playas si verdaderamente lo hubieran deseado. Pese a conocer exactamente el momento de la invasión, gracias a la intercepción del mensaje Verlaine que lo comunicaba a la resistencia francesa, las tropas no fueron puestas en la más mínima alerta. Las fuertes defensas de El Havre, el puerto principal de la zona, se desmantelaron días antes, quedando sólo tropas de segunda categoría. Curiosamente, Rommel “el zorro del desierto” encargado de la defensa costera, fue llamado a retaguardia precisamente el día del desembarco.
Tras el desembarco, los alemanes conocían perfectamente la tormenta bélica que les esperaba y tampoco reaccionaron. El 7 de agosto de 1944, un aparato a reacción Ar-234, imposible de ser detenido por los cazas de hélice, voló por la costa inglesa descubriendo los preparativos aliados para continuar la invasión.
De forma repetida los historiadores han intentado explicar esta serie de, aparentes, curiosas casualidades. No obstante, existe un asunto que se resiste a ser esclarecido con satisfacción, señalando hacia una posible actuación de los servicios de inteligencia, y la existencia de alianzas secretas entre los aliados y una parte de los militares germanos. Las tropas principales y las situadas en el interior no avanzaron hacia la batalla hasta que fue demasiado tarde. Especialmente las mejores, situadas en Caen, y que podían haber barrido al enemigo de las playas, permanecieron inactivas de modo enigmático. La única solución hallada consistió en hacer correr el rumor de que Hitler no quiso dar la orden de ataque, haciendo caso a los astrólogos y sus predicciones sobre un posterior desembarco en Caen.
Incluso, en ocasiones, algunas viejas tácticas de guerra se siguen manteniendo en el secreto, pues pueden resultar letales para un ejército moderno. Así le ocurrió a Estados Unidos en julio de 2002, durante las maniobras realizadas en previsión de un posible ataque a Irak, y que fueron recogidas por la prensa mundial el día ocho del mes siguiente. Se movilizaron 13.000 hombres durante tres semanas y costaron 250 millones de dólares. Fueron las maniobras más caras de toda la historia y recibieron el nombre de “Desafío del Milenio”. Como enemigo fue preparado un ejército con tecnología “tercermundista” poniéndose a su frente al general retirado Paul Van Riper, de 64 años de edad.
El astuto veterano de Vietnam usó tácticas de la Primera Guerra Mundial contra un ejército del siglo XXI, y consiguió vencerle. Sus órdenes fueron transmitidas mediante motoristas y códigos cifrados en las llamadas a la oración realizadas desde las mezquitas, evitando de este modo que fueran interceptadas por los sistemas electrónicos del enemigo. En la simulación hundió 16 barcos, dañando a otros tantos, mediante ataques suicidas de aviones y pequeñas embarcaciones. De haber sido un enfrentamiento real hubieran muerto miles de soldados.
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