sábado, 5 de febrero de 2011

Preparativos para un ataque nuclear a los Estados Unidos

Monte Gausta. Sigue siendo un secreto
qué construyeron en él los alemanes
Dicen los ufólogos clásicos que la primera oleada OVNI ocurrió en el mar Báltico durante los años treinta. Extraños objetos no identificados surcaban el cielo a gran velocidad ensordeciendo con sus motores al pueblo sueco, mientras los humanos todavía usábamos las máquinas voladoras de pistón y hélice. Aunque en realidad las raras máquinas voladoras no eran extraterrestres sino alemanas, pues en aquel mar compartido por los dos países, los germanos estaban realizando sus pruebas con cohetes.
Algo similar sucedió durante 1934 en las cercanías de Viena, pero los austriacos, al contrario de los suecos, sabían perfectamente que los tremendos ruidos estaban producidos por las primeras experiencias de Eugen Sänger. El grueso volumen en donde anotaba sus trabajos termina con una frase lapidaria: “Pruebas interrumpidas a causa de las protestas de los vecinos que declaran sentirse seriamente molestados por el ruido de los motores”.
Más de una década después se repetiría la historia otra vez sobre Suecia y de nuevo serían protagonistas las aeronaves secretas, siendo de destacar aquellas que debían ser las portadoras de armas atómicas.
Al inclinarse la guerra a favor de las fuerzas aliadas los alemanes comenzaron a realizar extraños preparativos en Noruega. Pese a necesitar todo su poder militar e industrial para defender Alemania, en 1944 la zona del monte Gausta se llenó de una increíble actividad. Obreros exclusivamente alemanes transportaban ingentes cantidades de material hacia la cima. Tropas especiales vigilaban cualquier movimiento. Se instaló un dispositivo antiaéreo descomunal y la aviación escudriñaba palmo a palmo el terreno previniendo cualquier ataque tanto de día como de noche.
La resistencia poco o nada pudo hacer. Volaron el teleférico y una mujer habló con un alemán. Simplemente le dijo que estaban construyendo antenas para el control de la aviación al sur del país. La destrucción del teleférico no detuvo el trabajo y los obreros continuaron subiendo por la ladera sus pesadas cargas.
¿Qué estaban preparando en el monte Gausta? ¿Para qué eran aquellas complejas y enormes antenas? ¿Pensaban lanzar un misil A-10 y guiarlo hasta América desde Noruega? ¿Dirigirían al bombardero Sänger en su fase inicial de despegue? ¿Qué aparatos se estaban construyeron en Noruega de capacidades fantásticas?.
Firma de George C. Marshall en el artículo
publicado 40 días después por  el New York Times.
La guerra estaba perdida si el Eje terminaba el acoplamiento entre las nuevas aeronaves, los grandes cohetes y el arma atómica. El 10 de octubre de 1945, el general George C. Marshall, en ese momento jefe de la cúpula militar de Estados Unidos bajo las ordenes del presidente Truman, firmaba de su puño y letra un artículo en el New York Times (página S3, columna 7) En él reveló la necesidad aliada de acelerar el desembarco de Normandia antes de que los alemanes hicieran uso de las nuevas armas, entre ellas los explosivos atómicos: “La victoria en esta guerra global dependía de la ejecución exitosa de Overlord. Esto no debía fallar (...). Los recursos aliados fueron examinados una y otra vez, y la estrategia reconsiderada a la luz de las deficiencias. Las siguientes conclusiones parecieron indiscutibles: Francia debe ser invadida en 1944 para acortar la guerra, facilitando el avance hacia Occidente de las fuerzas soviéticas. Al mismo tiempo los avances tecnológicos alemanes, tales como en el desarrollo de explosivos atómicos, hacía imperativo que atacásemos antes de que estas terribles armas pudieran ser dirigidas contra nosotros (...) El equilibrio era extremadamente delicado, pero no teníamos más remedio que seguir adelante”.
Así mismo, el mariscal del aire Sir Arthur Harris, en el periódico Dagens Nyheter del 1 de julio de 1945, explicaba la existencia de un aparato capaz de despegar del territorio alemán, dar la vuelta al mundo y volver a Alemania.
El tiempo corría muy deprisa a favor de los alemanes que ya habían realizado, al menos, un ensayo nuclear, mientras el programa atómico americano no conseguía los resultados previstos. En la revista Defensa número agosto/septiembre de 1984 un prestigioso corresponsal de guerra italiano, Luigi Romersa, volvía a contar como fue testigo de una explosión atómica alemana. La prueba se efectuó el 12 de octubre de 1944 a las 11,45 en la isla de Rugen en el mar Báltico.
Sabemos que los aliados conocían, al menos, esta prueba gracias al interrogatorio realizado al piloto y científico alemán Zinsser por el capitán Helenes T. Freiberger del servicio secreto de Estados Unidos, el 19 de agosto de 1945. En octubre del año anterior Zinsser se encontraba realizando una misión rutinaria de reconocimiento cuando observó algunos cazas aliados P-38. Varió su rumbo aéreo esquivándolos y al rato, en dirección al mar Báltico, vio surgir el enorme hongo de una explosión. Es de suponer que los P-38 también la vieron.
Artículo original de Luigi Romersa


Este interrogatorio se encuentra recogido en el documento: Investigations, research, developments and practical use of the german atomic bomb 19-08-45. Albert F. Simpson Historical Research Center. Maxwell AFB Alabama USA (Roll no. A1007. Date filmed 14-06-73 Operator S. F. R.). Y las respuestas de Zinsser que podemos leer en este documento oficial son de una importancia radical, como prueba del ensayo nuclear alemán, al explicar con detalle algunas de las distintas fases de una explosión atómica; por ejemplo, la creación de colores característicos, el choque de luz y la interferencia en el equipo electrónico del avión. Nadie conocía en agosto de 1945 los sucesos físicos producidos por una explosión atómica, que no serían hechos públicos hasta un mes después, el 9 de septiembre de 1945, por William Leonard Laurence.
Existen, además, numerosos rumores sobre otras pruebas nucleares alemanas. El espía español Ángel Alcázar de Velasco, que trabajó para el Eje, nos confirmó en persona la existencia de ensayos nucleares alemanes, así como la existencia de varias clases de bombas atómicas germanas, ratificando las palabras del coronel Donald Putt, incluidas en el artículo de Romersa: "... y los alemanes habrían puesto en funcionamiento un arma resolutiva, acoplando la V-2 a la bomba atómica de la que poseían dos ejemplares".

2 comentarios:

  1. He comprobado que es cierto todo lo dicho por usted sobre la bomba atómica de Hitler aqui: http://www.youtube.com/watch?v=gFUtyEErQw0&feature=player_embedded

    En ese programa de la web Mundodesconocido.com se informa además que las dos bombas atómicas lanzadas por los norteamericanos sobre Hiroshima y Nagasaki eran las dos bombas atómicas que los americanos requisaron a los alemanes en la toma final de Alemania. Parece que les dieron una capa de pintura para tapar las letras en alemán. Lo que no se dice es que Hitler no llegó a emplearlas para poder terminar la II Guerra Mundial a su favor porque los cientificos encargados de su puesta a punto fueron demorando su uso, saboteando al propio Hitler para que no pudiera usarlas contra el mundo libre.

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    1. Luego está clarísimo; el primer ensayo norteamericano atómico exitoso ocurrido en el desierto de Alamogordo, en Nuevo México el 16 de julio de 1945 -el test se llamó Trinity y el dispositivo detonado se denominó con nombre en clave Gadget- fue en realidad una comprobación de que funcionaba bien el sistema de ignición-implosión nuclear de bomba atómica nazi, cosa que no habían logrado los norteamericanos (ni ingleses y canadienses asociados) y con lo que quedaba justificado el llamado proyecto Manhattan, con un gasto (sin éxito) acumulado de más de veinte mil millones de dólares de la época. Un saludo desde la patria chica del célebre actor Robert Redford.

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